Trece segundos son suficientes para derrocar un reinado de diez años. Ese es el tiempo que necesitó el irlandés Conor McGregor para enviar a Jose Aldo al mundo de los sueños en el UFC194. Desde luego no fue la pelea que esperábamos. «¿¿¿Cómo??? ¡¡¡Ya ha acabado!!!» Pues sí. Así es este deporte. Golpe a la contra, precisión absoluta y una década de imbatibilidad cayendo a plomo como un saco de patatas. Cruel desenlace para un rey caído.
Como todos aquellos grandes campeones que caen, Aldo se levantará y volverá a reclamar sus dominios. Eso sí, bien haría su entrenador André Pederneiras en aplicarse un buen reset. Primero, su pupilo Barao -que fuera campeón dominante del peso gallo- cayó con estrépito dos veces con Dillashaw y ahora ha sido el turno de Aldo.
Mientras tanto el universo MMA no puede más que reconocer los méritos de Conor McGregor. Su ascenso en el UFC ha sido meteórico desde que debutara ante Marcus Brimage en el 2013. ¿Sabéis como ganó en ese primer combate en la empresa? A la contra. Igual que el sábado pero empleando un poco más de tiempo (1:07).
Hay que ser claro, las cosas como son. El sol hace luz, la noche es oscura, Bruce Springsteen es el boss y McGregor ‘el puto amo’. No hay más. Tiene toneladas de carisma y valía. El irlandés no va a estar 10 años como Aldo imbatido -lleva a día de hoy cinco- pero está en camino de convertirse en leyenda auténtica del UFC. El tipo que va a hacer que un tal Pepe López de Badajoz que nunca vio un combate de MMA se empiece a aficionar a este deporte tan duro pero bonito. Ese es McGregor. Larga vida al Rey.
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