
La semana pasada el peleador más popular hoy en día de España, Juan Espino, amenazó con abandonar su página de Facebook. «Los que quieran seguirme que lo hagan por Instagram», venía a decir. Un día duró con esa idea en la cabeza. Afortunadamente.
En su decisión de abandonar su página, Juan seguramente comparaba el número de ‘me gustas’ de sus publicaciones con los de Instagram. Error.
Renunciar a Facebook es renunciar a un perfil determinado de seguidores que seguramente no van a seguirte en Instagram. Facebook es para gente adulta como lo es Juan y como lo serán sus amigos de ayer, hoy y mañana. Esos que pasan de 30 y quizás 40. Sus likes no serán tan abundantes pero estoy seguro que sus carteras tienen más billetes para comprar eventos o para desplazarse a verte cuando pelees.

Juan Espino ‘El Guapo’.
La calidad también importa. Quizás 200 ‘me gustas’ de Facebook sean tan importantes como 1.000 de Instagram.
Instagram, por otra parte, tiene un perfil más joven. La sencillez de esta red la hace perfecta para este público. Teniendo en cuenta el impacto que tienen las MMA en la juventud, utilizar Instagram es absolutamente obligatorio para un deportista marcial mixto.
Twitter, de las tres, es la que menos calado tiene dentro las artes marciales mixtas en España. Va muy bien para seguir a los peleadores extranjeros pero si fuera luchador y hubiera de sacrificar alguna, sería la elegida (lo ideal sería mantenerla, que quede claro).
Lo que también tengo claro es que un luchador que tenga aspiraciones UFC tiene que mantenerse activo en las redes sociales. Eso supone programarse un número de publicaciones semanales mínimo. Si uno no se ve capacitado para hacerlo ha de confiar en alguien para que lo haga. Por eso, no entendía hace unas semanas como Joel Álvarez no había utilizado su propia página de Facebook para anunciar su fichaje por el Ultimate Fighting Championship o como, a día de hoy, la última publicación de Ilia Topuria en esta misma red sea de hace 10 días.

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